Seres
humanos muriendo cada día en el Mediterráneo, la Unión Europea
(UE) mirando hacia otro lado y David Cameron amenazando con que Gran
Bretaña se marche si no le hacemos determinadas concesiones.
Para
comprender mejor donde nos encontramos y hacia donde corremos el
riesgo de ir baste con hacer un resumen muy conciso del dónde
venimos. Aún pudiendo parecer simplista pero siempre con el objetivo
de contextualizar mejor la problemática europea actual.
La
historia de los pueblos europeos siempre ha estado marcado por las
contiendas bélicas y la sangre derramada entre vecinos. En 1648
la Paz de Westfalia divide los Estados europeos en católicos y
protestantes. Los Siglos XVII, XVIII, XIX y XX son una batalla
continua entre los -ya sí- Estados nación europeos con su máximo
exponente en la II Guerra Mundial (1939-1945).
Si por algo nos
hemos caracterizado los europeos ha sido por una necesidad forzada
por las circunstancias a tener que refugiarnos en otros países o
territorios más seguros que en el que nos hallábamos (la
Guerra Civil española es un buen ejemplo). Podría parecer que
debíamos crear estructuras para proteger y mejorar el bienestar de
las personas con el nuevo 'New Deal' pero en los inicios cualquier
organización supranacional creada por los europeos respondió a
estrictos intereses económicos y/o geopolíticos.
En el año
1951 se crea la Comunidad
Europea del Carbón y del Acero (CECA) entre varios países para
hacer más sencillo el comercio transfronterizo de dichas materias
primas. Era una Comunidad eminentemente económica y por puros
intereses económicos.
Por los albores del 1957 se acuña la
Comunidad
Europea de la Energía Atómica (EUROATOM) en un contexto de
guerra fría y de alta preocupación por la escalada nuclear con
claros intereses nucleares.
Éstas dos organizaciones se
fusionan con el Tratado
de Roma de 1957 el cual crea la Comunidad Económica Europea
(CEE) con un carácter marcadamente económico. Las mercancías
debían poder circular libremente por todos los Estados Miembros sin
restricciones.
Allá por el 1986 se produce la creación,
ahora oficial, del mercado único modificando el Tratado de Roma
mediante el Acta
Única Europea. En el 1993 pasa a denominarse Comunidad Económica
Europea para no sólo tener en cuenta lo económico sino lo político.
Es
el famoso Tratado de Maastricht que también pondría la primera
piedra para la creación de una moneda única. Eran tiempos
ilusionantes tras la caída del muro de Berlín en 1991.
Los
Tratados
de Amsterdam (1999), Niza
(2003) y Lisboa
(2009) vinieron a confirmar que la Unión Europea pasaba a ser no
sólo una unión en lo económico sino también en lo político
mediante una cooperación multilateral, unas competencias compartidas
y, sobretodo, tenía en cuenta las personas, últimos titulares de
cualquier acuerdo, estableciendo la libre circulación de personas
por la UE y el libre establecimiento laboral en el país que mejor
conviniera. Por primera vez podíamos sentir que no eramos ciudadanos
de nuestro Estado (o naciones dentro de los mismos) podíamos pensar
con una dimensión europea, sentirnos orgullosos de pertenecer a una
organización supranacional con más de 500 millones de habitantes.
Unos Estados Unidos de Europa.
Todo parecía demasiado bonito
para ser cierto y en los últimos años han aparecido los demonios de
la UE. Han tenido un altavoz demasiado alto aquellos que buscan
coartar la convivencia con la doctrina del miedo. Se ha sido poco
enérgico ante las faltas de solidaridad. Algo que históricamente
nos repugnaba que fue el robo sistemático de bienes y joyas a judíos
durante la II GM ahora lo permitimos y casi lo vemos normal con los
refugiados.
¿Somos conscientes que pertenecemos a familias
las cuales en algún momento de su vida alguno de sus miembros se ha
debido de refugiar? ¿Tenemos la suficiente empatia como para no
dejar morir a seres humanos en nuestras costas? ¿Qué moral es la
que nos permite mirar hacia otro lado? ¿Un
puñado de votos deben impedir que se actúe de una manera coordinada
y eficaz?
Personalmente
ver documentales de ésta naturaleza a mi me heló el alma. No
pude sino sentir vergüenza de pertenecer a la Unión Europea, una
organización que tiene grandes definiciones y elocuencias en sus
Tratados, una gran capacidad para conmover con la redacción de los
Tratados. Una ilusión de que ya que históricamente hemos sido
personas que han sufrido la guerra y la misera a nuestro alrededor
ahora no lo permitiríamos en nuestros prójimos. Algo muy bíblico y
de pura lógica.
Y lo más grave de toda ésta situación es
que uno de los Estados más ricos del mundo, el Reino Unido, ha
pedido ciertas concesiones en medio de todo éste mar revuelto.
Dicen que es cuando se puede pescar mejor, cuando las aguas están
revueltas. Ante uno de los ejercicios de soberbia, cinismo e
insolidaridad más grandes que se recuerdan David Cameron fue ésta
semana a las Instituciones europeas a pedir que por ejemplo se
limitara la libre circulación de personas en su territorio. O que
los trabajadores de otros países no tuvieran las mismas coberturas
sociales. En fin, pide un trato de favor, un me quedo para lo bueno
pero no quiero nada de lo malo.
¿Cual es la línea semántica
y práctica que separa una concesión de un privilegio?
Con
el Sr. Cameron deberíamos ser muy taxativos. O éstas a las duras o
a las maduras. El precedente que se puede crear puede ser el inicio
del fin de la UE. ¿Usted quiere restringir la entrada de ciudadanos
europeos a su territorio? Perfecto, sepa que a partir de ahora los
productos de sus empresas si quieren entrar a mi país van a tener
que pagar los mismos aranceles que Taiwan. Yo no tendría ningún
problema en que se marchen por las vías democráticas pero que no
exijan privilegios.
Que en el mismo momento histórico
estemos debatiendo sobre qué respuesta humanitaria debería dar la
Unión Europea a todas esas personas con nombres, apellidos y una
historia que contar que mueren cruzando el Mar Mediterráneo, en
muchas ocasiones víctimas de mafiosos sin escrúpulos y las
concesiones que la UE debe dar a Gran Bretaña para que David Cameron
pueda defender el sí a un referendum sobre su permanencia en la UE
es algo altamente preocupante. De una falta de conciencia manifiesta.
De una ética escasa, débil o directamente inexistente.
Ya
saben aquello que dicen de “Quien no conoce su pasado está
condenado a repetirlo”.
¿Tendremos tanta amnesia como para
repetirlo?
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