dimecres, 27 de juny del 2012

Bisturí europeo

Llega el momento de la verdad, aquel en el que se tiene que seguir empujando la piedra a la cima de la montaña creyendo que aún queda recorrido o, de lo contrario, la piedra ya llegó a la cima y puede precipitarse al vacío por su propio peso, el gran mito de Sisif. Hablo de la Unión Europea, naturalmente, ese territorio en que la palabra improvisación cobra su máximo esplendor.
En sus inicios ya los padres fundadores (Jaques Delors principalmente) vieron que una unión política europea era una quimera para con unos países que llevaban siglos entrando en guerra. En cierto modo, debemos mirar el siglo pasado como un gran logro, pues llevamos casi tres cuartos de siglo sin una guerra en europa (impensable 3 siglos atrás) y la cohesión social es más fuerte. Pero el hecho ineludible de que una unión política y su consecuente cesión de soberanía por parte de los Estados que la conformaran era quimérico en esas fechas (mediados de siglo pasado), muy perspicazmente se lanzaron a la posibilidad de una unión económica que ya en el 1957 con la Comunidad Económica del Carbón y del Acero conformó a Luxemburgo, Alemania, Francia, Países Bajos, Austria e Italia que se juntaron eminentemente para que ambas materias primas pudiesen libremente circular por dichos países suprimiendo las restricciones arancelarias. Con una cronología de reformas que otro día sería más idoneo explicar, se llegó al crucial 1992, con el Tratado de Maastricht, en el que se aprobó el mercado único, es decir, libre circulación de capitales, personas, bienes y servicios para todos los miembros de la Unión Europea.

Éste tratado (modificado por el Tratado de Lisboa de 2007) es la piedra angular de toda la normativa económica, fiscal y de derecho de la competencia de la UE. Baste aquí decir que la historia es la que nos permite juzgar hechos pasados y aquí opino que se hizo una tortilla sin huevos, por poner una metáfora. Se pretendió una unión económica que, inexorablemente, conducía a una moneda única, pues no tenía ningún tipo de sentido hacer cambio de divisas si había tanta facilidad para la libre circulación de lo apuntado antes. En el 2001, no sin tensiones, se indrodujo la moneda única para los países que iban a formar lo que a partid de ese momento se llamaría la Eurozona. Dichos países cedían la política monetaria (esencialmente controlar los tipos de interés del dinero a efectos de paliar la inflación) en exclusiva al Banco Central Europeo. Por lo que en una de las materias que es capital en la economía los Estados ya no eran soberanos. Y baste aquí decir un dato que pasará de bien seguro a los libros de historia de ésta institución, en el 2008, con claro ciclo recesivo, mantuvo los tipos por encima del 3,5 %, cosa que a largo plazo ha significado una lacra para ésta Gran Recesión.
Dejando hechos históricos aparte, vemos como una quimera en los años 50 del siglo pasado se ha convertido en realidad en éstos últimos años pero, ¿a qué precio? ¿Quienes han seguido beneficiándose? Pues atendiendo a la libre circulación de personas aquellos países que dispongan de ofertas laborales. Atendiendo a la libre circulación de bienes aquellos países más exportadores que no deberán pagar gastos aduaneros. Y atendiendo a la libre circulación de capitales a aquellos que teniendo capital para mover, no pretenden someterse a ningún tipo de restricción (para mi una total fuente a la evasión fiscal). Por último la libre circulación de servicios beneficia a aquellas empresas que mejor sepan o puedan prestar los servicios. Y todo ello bajo un estricto régimen de competencia que paso a analizar en el párrafo siguiente.

El derecho de la competencia es uno de los estandártes modificados en Lisboa en el año 2007, de donde salió el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) que modificaba el ya citado Tratado de la Unión Europea (Maastricht). Los artículos que regulan dicho régimen dejan pocas dudas al respecto, y, de manera legal, vincula a toda la actividad económica a tener que competir, no permite los acuerdos colusorios y todo ello enfocado a que quienes van a salir ganando van a ser los clientes ya que si las empresas se muestran competitivas entre sí los precios se veran reducidos para captar cuota de mercado y los clientes deberan pagar menos por los bienes o servicios. Falacia del mercado. Ja John Rockefeller dijo en su día: "quiero ser dueño de nada y controlarlo todo. La competencia es un pecado". A nadie se le debería escapar que los holdings pueden jurídicamente no parecerlo, pero de facto son el pan nuestro de cada día, por lo que el Derecho de la Competencia esencialmente ha servido para fomentar el hecho de que las empresas se hagan más y más grandes y, con la clara consecuencia, de que los pequeños y medianos empresarios son los que ven que no pueden competir contra esas empresas que se fusionan y absorven sistemáticamente. Mención aparte el tema de las subvenciones, en los que, el Tratado en el artículo 107, directamente las prohíbe y sólo abre la puerta al caso de ayudas sociales a ¡consumidores! (los famosas ayudas para comprar coches o electrodomésticos), las ayudas concedidas por desastres naturales y en, último lugar, algo que me sorprende, a regiones de la antigua República Federal Alemana para favorecer su economía (estamos en el año 2012 y todavía no se ha derogado esa parte).

Por lo que cabe aquí hacerse la crucial pregunta: ¿A quién beneficia la Unión Económica y Monetaria europea? Por lo, aunque desordenado, apuntado en los párrafos anteriores creo que puede deducirse claramente que el hecho de estar unidos económicamente beneficia a aquellos que son más potentes en dicha materia. El bisturí europeo ha fijado sus objetivos primero, en suprimir las restricciones al comercio y al trabajo (siempre trabajadores de la UE, naturalmente), pero se ha olvidado quizá de que la UE la conforman más de 400 millones de personas las cuales ven como, perdidos en cumbres europeas, reuniones secretas, presiones, etc. los políticos de las Instituciones y los de los distintos estados miembros se funden en debates interminables y en posiciones cerradas de las que no se quiere salir, con el objetivo indirecto y no revelado de querer proteger su economía. No he querido desvelar el nombre, aunque seguro que ustedes ya lo saben mejor que yo, del máximo beneficiado de la UEM; Alemania. Y ésto debería comenzarse a explicar sin tapujos cuando todos los "consejos" provienen de ese país. Hay que comenzar a llamar peras a las peras y manzanas a las manzanas. Gobernar pensando en las futuras generaciones, no en las futuras elecciones. 

dimarts, 26 de juny del 2012

Amnistía fiscal

El Gobierno, mediante un Real Decreto-Ley introdujo medidas de caracter tributario entre las cuales se daba cabida a una repatriación de capitales evadidos a paraísos fiscales provinientes del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas y el Impuesto de Sociedades (se dejan impuestos tan importantes y tan susceptibles de ser defraudados como el IVA) entre los períodos 2006 y 2011 (lógico pues las deudas tributarias prescriben a los 5 años). Lo preocupante es que sólo se les exigirá un 10% de todo lo que debían, es decir, aquellos que "robaron", "eludieron", "defraudaron" se les premia con una bonificación del 90% de todas las cantidades adeudadas.

Ésta medida puede generan conflictos sociales a mi modo de ver, pues deja el principio de seguridad jurídica, el confiar en la Ley y que ésta misma va a ser aplicada en condiciones de igualdad a todos los ciudadanos, pues hace que un grupo de ellos (los evasores fiscales) tengan un trato preferencial del resto de los contribuyentes y además se relativiza el delito fiscal, que a mi modo de ver es uno de los más insolidarios e infames que existen. El hecho de que éstas personas hayan "escondido" todo lo que la ley les ha permitido ha tenido una incidencia clara en el déficit y son coresponsables de que ahora tengamos que ajustar el gasto de una manera tan draconiana (pues se aumentaba el déficit por la vía de los ingresos, en éste caso tributarios).

Por todo lo expuesto creo que ésta medida puede crispar aún más los ánimos y puede fomentar aún más, si cabe, las desigualdades sociales que se han acentuado todavía más delante de la Gran Recesión que estamos viviendo. Aunque creo, ya como opinión personal, que no se tiene la cultura en éste país, de que pagar impuestos sea algo bueno y virtuoso para con los demás ciudadanos, creo que hace falta más pedagogia y sobretodo transparencia para creer en la finalidad de pagar impuestos, es decir, sostener el gasto público y contribuir entre todos al interés/bienestar general.

Apunte/propuesta final: para empezar propondría cambiar la palabra "impuesto" (proviniente de imposición) por contribución (relacionada con la cooperación), ya que creo que sería un primer paso sintomático, además de que siglos atrás, antes de la influencia francesa en ésta materia, se llamaron contribuciones.

diumenge, 24 de juny del 2012

Capitalismo en beneficios, comunismo en pérdidas

Efectivamente, el título ya es de por si muy ilustrativo, pero en éste, mi primer artículo de éste blog, trataré de exponer los hechos que me hacen creer que éste sistema, comúnmente aceptado que es capitalista, sólo lo es en los beneficios cuando se trata de grandes corporaciones, entidades de crédito y toda gran empresa que pueda acogerse a la tan ilustrativa frase, con película incluída ("Too big too fail"), de que son demasiado grandes para caer. Ésto puede no llegar a ser del todo cierto, pero uno de los grandes ítems que deben seguirse para manipular y moldear la voluntad de las masas es sembrar el miedo, el miedo de que quienes van a verse perjudicados por la decisión política de aplicar las Leyes del sistema capitalista van a ser ellos, sus depósitos, sus pensiones su, lamentablemente, medio de vida para vivir que es el dinero. Otro día volveré sobre el tema del dinero.




Hemos visto desde que estalló la crisis un sinfin de bancos con problemas muy serios para salir del atolladero donde se encontraban. La causa ha sido repetida hasta la saciedad, aunque creo que han sido varios factores los que influyeron a la que debería haber sido su caída. Unas reservas ínfimas, unos créditos temerarios y aquí si lo voy a decir, con más responsabilidad por parte del asesor financiero que de quien pide la hipoteca (una hipoteca que cubra más de un 80% del valor del inmueble y suponga más de un 30% de las rentas menuales que percibe el solicitante es una temeridad, una mala praxis bancaria), unas operaciones financieras arriesgadísimas asignando liquidez a un sector burbuja como el inmobiliario y para mí de lo más grave, una contabilidad claramente inflada, y ésto no es baladí, pues para obtener financiación debes tener tu balance saneado, o almenos aparentarlo (que es a lo que se han acogido los bancos y cajas de éste país. Pero lo perplejo es que todos esos grandes riesgos que asumieron los bancos en épocas expansivas y que, como cualquier inversor sabe, reportaban grandes beneficios en caso de éxito, al verse escindidos, los quieren hacer cobrar al contribuyente. Si, a mi eso de la línea de crédito pues que quereis que os diga, si es el Estado quien acaba avalando el rescate claro está que parte de la barra libre la pagaran los ciudadanos. Es decir, vemos como cuando las vacas eran gordas los beneficios eran claramente privatizados, las reglas de la competencia se aplicaban ferozmente, el banco que más interés ofrecía era el más virtuoso, sin importar en qué invertía y los riesgos que corría. Pero llegó el gran handicap, el día que hubo que provisionar pérdidas, nos dimos cuenta de la realidad del juego; que las pérdidas ya no formaban parte de sus previsiones, que si se quería evitar la quiebra y el contagio se debía "ayudar" a la banca a sanearse, o lo que es lo mismo, a volver a llenar sus vacías arcas (recordemos que el capital core bancario está fijado en un 7% pero ni eso, evidentemente, se ha cumplido). Es decir los beneficios son completamente privados, es cuando el capitalismo opera en su máxima expresión, pero las pérdidas deben ser asumidas como en un Estado comunista, por el conjunto de los ciudadanos, porque los bancos son el "bien común", qué paradoja!




Vivimos unos días de mentiras muy preocupantes, que hacen que ya no sepamos a quien creer, ni mucho menos a quien obedecer. Se nos dice constantemente que se toman las decisiones para "calmar los mercados", esos inversores privados que se atreven a especular con la deuda pública, con el dinero que el Estado necesita, por ejemplo, para pagar la educación o la sanidad. Se tiene una fe, casi religiosa en los mercados, es como un nuevo Dios creado a imagen y semejanza de las grandes corporaciones y grandes entidades bancarias. El problema principal de creer en un dios, sea cual sea, es que los argumentos que se dan para dar respuestas a los problemas suelen no responder a la razón, sino a la cegada fe. Eso es lo que ocurre, vemos como, sabiendo que no vivimos en un capitalismo (por lo expuesto y mucho más) se sigue teniendo éste fe ciega en los mercados como eficientes asignadores de recursos, cosa que empíricamente se ha demostrado falsa.