diumenge, 24 de juny del 2012

Capitalismo en beneficios, comunismo en pérdidas

Efectivamente, el título ya es de por si muy ilustrativo, pero en éste, mi primer artículo de éste blog, trataré de exponer los hechos que me hacen creer que éste sistema, comúnmente aceptado que es capitalista, sólo lo es en los beneficios cuando se trata de grandes corporaciones, entidades de crédito y toda gran empresa que pueda acogerse a la tan ilustrativa frase, con película incluída ("Too big too fail"), de que son demasiado grandes para caer. Ésto puede no llegar a ser del todo cierto, pero uno de los grandes ítems que deben seguirse para manipular y moldear la voluntad de las masas es sembrar el miedo, el miedo de que quienes van a verse perjudicados por la decisión política de aplicar las Leyes del sistema capitalista van a ser ellos, sus depósitos, sus pensiones su, lamentablemente, medio de vida para vivir que es el dinero. Otro día volveré sobre el tema del dinero.




Hemos visto desde que estalló la crisis un sinfin de bancos con problemas muy serios para salir del atolladero donde se encontraban. La causa ha sido repetida hasta la saciedad, aunque creo que han sido varios factores los que influyeron a la que debería haber sido su caída. Unas reservas ínfimas, unos créditos temerarios y aquí si lo voy a decir, con más responsabilidad por parte del asesor financiero que de quien pide la hipoteca (una hipoteca que cubra más de un 80% del valor del inmueble y suponga más de un 30% de las rentas menuales que percibe el solicitante es una temeridad, una mala praxis bancaria), unas operaciones financieras arriesgadísimas asignando liquidez a un sector burbuja como el inmobiliario y para mí de lo más grave, una contabilidad claramente inflada, y ésto no es baladí, pues para obtener financiación debes tener tu balance saneado, o almenos aparentarlo (que es a lo que se han acogido los bancos y cajas de éste país. Pero lo perplejo es que todos esos grandes riesgos que asumieron los bancos en épocas expansivas y que, como cualquier inversor sabe, reportaban grandes beneficios en caso de éxito, al verse escindidos, los quieren hacer cobrar al contribuyente. Si, a mi eso de la línea de crédito pues que quereis que os diga, si es el Estado quien acaba avalando el rescate claro está que parte de la barra libre la pagaran los ciudadanos. Es decir, vemos como cuando las vacas eran gordas los beneficios eran claramente privatizados, las reglas de la competencia se aplicaban ferozmente, el banco que más interés ofrecía era el más virtuoso, sin importar en qué invertía y los riesgos que corría. Pero llegó el gran handicap, el día que hubo que provisionar pérdidas, nos dimos cuenta de la realidad del juego; que las pérdidas ya no formaban parte de sus previsiones, que si se quería evitar la quiebra y el contagio se debía "ayudar" a la banca a sanearse, o lo que es lo mismo, a volver a llenar sus vacías arcas (recordemos que el capital core bancario está fijado en un 7% pero ni eso, evidentemente, se ha cumplido). Es decir los beneficios son completamente privados, es cuando el capitalismo opera en su máxima expresión, pero las pérdidas deben ser asumidas como en un Estado comunista, por el conjunto de los ciudadanos, porque los bancos son el "bien común", qué paradoja!




Vivimos unos días de mentiras muy preocupantes, que hacen que ya no sepamos a quien creer, ni mucho menos a quien obedecer. Se nos dice constantemente que se toman las decisiones para "calmar los mercados", esos inversores privados que se atreven a especular con la deuda pública, con el dinero que el Estado necesita, por ejemplo, para pagar la educación o la sanidad. Se tiene una fe, casi religiosa en los mercados, es como un nuevo Dios creado a imagen y semejanza de las grandes corporaciones y grandes entidades bancarias. El problema principal de creer en un dios, sea cual sea, es que los argumentos que se dan para dar respuestas a los problemas suelen no responder a la razón, sino a la cegada fe. Eso es lo que ocurre, vemos como, sabiendo que no vivimos en un capitalismo (por lo expuesto y mucho más) se sigue teniendo éste fe ciega en los mercados como eficientes asignadores de recursos, cosa que empíricamente se ha demostrado falsa.

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