dilluns, 30 de desembre del 2013

Resaca perversa tras la fiesta financiera

Y se está comenzando a confirmar lo que muchos nos temíamos; tras rescatar a entidades financieras con dinero público, las mismas están siendo vendidas a operadores privados con unas pérdidas muy considerables. 

Para empezar el FROB (es decir todos los contrubuyentes) inyectó 9.000 millones de euros a NovaGalicia Banco tras una gestión escandalosamente nefasta de sus gestores. ¿Por cuanto se ha vendido a Banesco S.A., entidad financiera Venezolana? Por 1.000 MEUR. ¡negocio redondo para todos los contrubuyentes! Luego todavía vendrá algún economista iluminado a decirme que eso es el ingenio del mercado, esa búsqueda constante de oportunidades de negocio (vaya, pagadas por todos los conribuyentes, ¡claro!, esos que tanto gustan a los más exacerbados pro-mercado... ¡que grandes contradicciones!).

Luego todavía alguien vendrá a decirme que no, que no se puede dejar caer a una entidad financiera de las denominadas sistémicas. Esas manzanas podridas que pueden contagiar al sistema financiero si se las deja caer. En esencia estoy hablando de las cajas de ahorro, gestionadas con un oportunismo político, un clientelismo y un apego por los amigantes que ha llevado al punto donde estamos hoy.

Que Bankia haya consumido 23.000 MEUR en ayudas públicas, el mayor rescate bancario de la historia de éste país cuando antaño había sido un modelo de negocio (casualmente hasta la llegada de Miguel Blesa) debe darnos mucho que pensar. Que se permitieran los dos Reales Decretos de 2009 y de 2011 para "ordenar" la fusión y reestructuración de las entidades de crédito y con ello se estuviese más por tapar las verguenzas propias (así se explica por ejemplo el nacimiento de Nova Galicia Banco, Bankia y Catalunya Bank) que por crear entidades solventes.

Mucho debiera hacernos de cara al futuro la creación de la SAREB (banco malo, con un 45% de capital público). Para mi ha sido un premio a la irresponsabilidad y a la mala gestión. Poder transferir (con su compensación correspondiente) los activos tóxicos de las entidades financieras a una sociedad anónima con amplias ventajas fiscales y con un mandato claro de vender con rentabilidad (aunque luego nos demos cuenta que vende paquetes de activos a fondos de inversión por un precio muy por debajo al de mercado) es un gran privilegio.

También conviene decir sin embudos que en éste país únicamente se han necesitado aproximadamente 40.000 MEUR de ayuda financiera europea (hoy ya sabemos a cambio de que) ha sido porque quien ha recapitalizado las entidades con más problemas de solvencia (nacionalizadas sobretodo) han sido los preferentistas, los tenedores de deuda subordinada, swaps, cláusulas suelo y una serie de productos complejos hechos a medida del banco y con unos riesgos muy elevados en caso de pérdidas. (ya argumenté en un post anterior que incluso se podría acusar penalmente de estafa). 

Para terminar me gustaría hacer una reflexión más amplia en términos de confianza de la ciudadanía a las entidades de crédito y además también creo que se debe incidir en el elemento teleológico de las entidades de crédito, su finalidad.

Antiguamente las entidades de crédito operaban con la máxima 3-6-3; recibo depósitos y doy un 3% de interés, doy créditos con un interés del 6% y a las 3 estoy en el campo de golf para jugar con mis clientes. Como el lector podrá comprender ésta idílica situación hoy sería muy complicada que se diera. La confianza se ha perdido, ese elemento que tarda tanto en conseguirse y en segundos puede perderse. Yo creía que la persona que tenía delante era un asesor y resulta que era un comercial que además me veía como una potencial comisión. Ese quebranto de la confianza puede hacer nacer entidades que presten pero que no sean bancos (por ejemplo cooperativas de crédito), el ciudadano necesita una institución donde dejar sus ahorros a salvo y que esos ahorros no sean apostados en los volátiles mercados. No es de recibo que las entidades financieras ostenten casi el 100% de los créditos y préstamos otorgados, deben nacer entidades diferentes para notar menos las tensiones financieras futuras (que en el marco de una economia capitalista van a darse seguro por ello de que es un sistema cíclico).

Por último la finalidad, esa concepción tan aristotélica, esa pregunta de para qué debe servir una institución. En mi modesta opinión la finalidad esencial de una entidad de crédito es dinamizar la economía, engrasarla con los ahorros de sus depositantes fomentando la actividad económica otorgando créditos con un interés razonable a proyectos con una rentabilidad (aunque no siempre debería ser estrictamente económica, sino  también social -más difícil de objetivizar-). Seguidamente debería dar rentabilidad a sus accionistas pero no creo que sea a ellos a quién más tenga que deberse una institución tan importante para la economía de un país como una entidad de crédito. Cuando mejor han funcionado ha sido cuando i) han tenido separada la actividad comercial de la de inversión (Ley Glass-Steagal) ii) se han dedicado a otorgar créditos con riesgos prudentes y con menos ambición remuneratoria.

Es un debate que debemos acometer, ya que en los tiempos actuales es cuando se comenzará, de manera más pronunciada, a (mal)vender  entidades rescatadas con dinero público (del que no vamos a recuperar la gran parte) y también los activos tóxicos (esas inversiones melanómanas y ruinosas) de las mismas. Se han tapado demasiadas vergüenzas y se han eludido demasiadas responsabilidades. De nosotros depende que la inmunidad y la impunidad sigan campando a sus anchas en el mercado financiero.