diumenge, 24 d’abril del 2016

Ley del péndulo y política española


En su más que interesante trabajo de investigación hecho libro 'Why nations fail' Daron Acemoglu y James A. Robinson teorizan sobre los factores que hacen que una determinada nación tenga éxito y prosperidad; no es la geografía, la climatología o la cultura, contrariamente a lo que pudiéramos llegar a pensar. Lo que verdaderamente influye son las instituciones económicas inclusivas que, finalmente, generan como nexo causal unas instituciones políticas más inclusivas que generan ese necesario equilibrio entre gobernantes y gobernados.

Cuando los europeos invadieron América y expoliaron sus riquezas en Inglaterra se creó una nueva clase económica que disponía de recursos económicos suficientes pero ni mucho menos disponía de poder político, concentrado en la mayoría de los casos en un Rey absolutista. En Inglaterra hubo gran revuelo debido a que mientras los whigs la nueva pujante clase debía satisfacer impuestos mientras no gozaba del poder político que su nueva condición entendían se merecían. ¿Resultado? Revolución Gloriosa de 1688, cambio de una monarquía absolutista a una monarquía constitucional y paccionada. Derrocamiento de Jacobo II (último Rey católico en reinar en Inglaterra) por Guillermo de Orange. ¿Recuerdan el no taxation without representation de la Independencia de los EEUU?

Por mucho que se pretenda hacernos creer que debido a que tenemos más horas de sol somos de la manera que somos, que el carácter latino y no se cuantos tópicos y lugares comunes más influyen en que nos comportemos así ello no se volverá automáticamente en verdad. Incuso de manera frívola se mezclan las morales religiosas; en el norte de Europa reina la moral calvinista, más centrada en el esfuerzo, y en los países del sur la moral católica de toda la vida, más paternalista. Nunca había visto un esfuerzo tan despreciativo a lo que debería ser una explicación basada en todos los matices que éste tipo de debates deben generar. Esa imperiosa necesidad de explicarlo todo con la sencillez que ni por asomo tiene la realidad, la cual es mucho más tozuda.

En España, como bien dijo Azaña, existen unas élites extractivas que acampan en las instituciones clave del Estado desde muy antiguo y que no permiten que haya toda la inclusividad tanto económica como política que permita tener una sociedad más igualitaria y cohesionada. Todavía existen arduas batallas judiciales por la herencia de títulos nobiliarios, todavía la gran mayoría de puestos claves en las Instituciones del Estado son ocupados por personajes con apellidos interminables y todavía los negocios son controlados por los Botín, Entrecanales, Del Pino, Carulla, Fainé, Koplowitz, etc. ¿Y pretenden hacernos creer que en éste país rige la igualdad de oportunidades?

En España los ricos se han hecho más ricos y los pobres se han hecho más pobres con la Recesión Económica que hemos vivido. Y la sensación es que la clase política se ha dedicado a utilizar el BOE como instrumento para la devolución de favores (alguien les tiene que pagar las campañas) independientemente de si se trataba del PSOE (recuerden el indulto a Alfredo Saéz como homenaje póstumo a la buena gestión política) o del PP (vamos a indemnizar a Escal UGS por su gran contribución en el almacén de gas Castor con 1350 MEUR, ¡gracias por los servicios prestados Florentino Pérez!).

Poco a poco se va viendo quién es quién en éste juego de máscaras. Los sinvergüenzas patriotas de pulsera se van viendo quienes. Aquéllos cuya única patria es su dinero y luego se dan el lujo de predicar con el tipo de vida que debemos llevar. Los mismos que ayer eran el ejemplo hoy son unos apestados.

Hasta que España no haga esa tabula rasa que hizo Inglaterra ante quienes despóticamente pretenden gobernar el país seguiremos sin levantar cabeza y Hacienda no seremos todos, Hacienda seremos los pocos tontos que paguemos impuestos.

Aunque tened por seguro que los mismos que eluden o defraudan impuestos en España son los primeros en llamar al Ayuntamiento de su municipio si hay un pequeño bache en el asfalto de su calle. Contradicciones de la vida.

diumenge, 10 d’abril del 2016

El derecho como norma moral mínima


Constantemente asistimos a interesantes y arduos debates sobre qué es el Derecho, para qué debe servir, qué debe castigar, qué debe incentivar y, en definitiva, cual es la finalidad instrínseca de las normas que nos damos como sociedad en un determinado momento concreto.

El Derecho, entendido como todas aquellas normas e instituciones que regulan la conducta humana, sirve, como oí de un gran jurista, para hacer Justicia y para mantener un determinado orden social. Siempre podremos enmarcarlo dentro de éstas dos variables.

Efectivamente si preguntamos a diez personas distintas qué significa para ellas la Justicia tendremos diez respuestas distintas, cada una de ellas basada en la subjetividad de un valor tan esencial. ¿Y qué es la Justicia? Dos destellos doctrinales; algunos entienden que justicia es dar a cada uno lo suyo, dar lo justo o correcto con respecto a la asignación de bienes en una sociedad (Aristóteles), entendida como justicia distributiva. Otros en cambio entienden que Justicia es tratar al prójimo según sus capacidades y, sobretodo, según sus necesidades (Marx). Si alguien ha hecho un esfuerzo verdadero para elaborar una teoría sobre la Justicia ese ha sido John Rawls en su célebre 'Teoría de la Justicia'.

¿Y qué relación guarda el Derecho con la Justicia material? A menudo en los ámbitos jurídicos se afirma que no importa la verdad material (lo que realmente ha sucedido) sino que lo que realmente importa es la verdad judicial (lo que realmente se pueda acreditar en sede judicial con pruebas fehacientes). Por ello no hay que confundir la Ley (normativa en vigor en un determinado momento), la Justicia (entendida como material, no judicial) y la Administración de Justicia (impartida por Jueces y Tribunales que deben interpretar la Ley e intentar, en la medida de lo posible, ser justos en sus resoluciones. Ardua tarea.

Por ello en opinión del que escribe el Derecho se configura como una suerte de norma moral mínima de una determinada sociedad. Y el ejemplo más demostrativo es el Código Penal. Si nos fijamos en cualquier norma penal de cualquier nación podemos valorar qué concepto social se tiene de la dignidad, qué valor dan a la vida, a la integridad física, al patrimonio, a la competencia empresarial, etc.


Derecho, Justicia, Administración de Justicia, interpretaciones de la norma, separación de poderes, ello son elementos esenciales para que exista un verdadero Estado de Derecho que sea eficaz.