dimarts, 3 de maig del 2016

Neoliberalismo utópico

¿Qué más tiene que suceder para que sus defensores intelectuales dejen de repetir dogmas económicos como si fueran verdades inmutables? ¿Hasta cuando durará lo que Galbraith denominó la “sabiduría convencional”? ¿Cuando se va a por fin reconocer que el actual sistema económico genera un vaciamiento del poder político en favor del capital y un aumento de la desigualdad? ¿Por qué una renta proveniente del alquiler de un piso o de la venta de unas acciones tiene un trato fiscal mucho más favorable que una renta proveniente del trabajo?

En éstos más que interesantes documentales se hace un repaso por la historia de lo que a la postre ha sido una batalla por la economía mundial, o más bien una batalla por la conquista del dogma económico mundial imperante.

Desde el concepto de libertad de Locke, la mano invisible de Adam Smith, pasando por Marx y sus teorías sobre el capital y el trabajo para terminar con el S.XX y la “batalla” entre Keynes y sus políticas económicas expansivas en tiempos de recesión y Hayek, Mises y Friedman y su neoliberalismo basado esencialmente en la desregulación de los mercados creyendo en su eficiente asignación de recursos (como si el mercado fuera un mago) y la reducción al máximo de los impuestos en aras a una cultura del ahorro, eufemismo para justificar la acumulación ilimitada de capital.

Siempre hay una moneda común en las teorías neoliberales que la hace irresistible; la anhelada e irrenunciable libertad. La cual a la postre se ha convertido en la libertad para bajar salarios, para deslocalizar la producción, para pagar menos impuestos, para vaciar de contenido los sindicatos, libertad para que el capital pueda circular libremente por todo el mundo, libertad para generarle una factura mayor al contibuyente de a pie. Esa es la libertad que se ha acabado demostrando como cierta (en éste artículo se expone de una manera muy didáctica). Básicamente en que los dueños del capital, los verdaderos protagonistas en éste sistema económico, tengan la libertad para hacer lo que les venga en gana con su dinero. “Hay que generar un clima favorable a las inversiones” Cría cuervos y te sacarán Tratados Transatlánticos de Libre Comercio.

Las empresas privadas gestionan mejor que el Estado es otro dogma. Ejemplos como Telefónica, Endesa, AENA, la salud etc. a la vista de todos están. ¿De verdad a éstas alturas de la película van a seguir defendiéndolo?

Un sistema económico basado en la creencia de que los mercados se regulan solos, en que el individuo es el único responsable de su destino, y por lo tanto el Estado debe ser reducido a la mínima expresión básicamente para mantener el orden público (la libertad en sentido negativo de la que hablaba Locke) y hacer cumplir los contratos privados. Una creencia cuasi mística en que las acciones individuales son siempre racionales y se mantienen en equilibrio. Una manera descarada de decir sutilmente que el Estado sólo debe existir para algo muy específico y concreto que interesa a los dueños del capital; su seguridad personal, la de sus bienes materiales y la seguridad jurídica de que los contratos privados por él celebrados van a ser cumplidos; una suerte de anarcocapitalismo. ¡Y esperan que creamos que es un axioma!

Como si en el mercado de capitales no se tuvieran que tener en cuenta la información disponible, como si la igualdad de oportunidades quedara saldada con la adopción de éste modelo económico, dando por sentado que el individuo nace sin clase social y que es el único responsable de su destino, creyendo que los impuestos son una restricción a la libertad y no sirven para reducir la desigualdad.

¿Y cuales son los valores fundamentales de los defensores de éste sistema económico? Seguramente muchos de ustedes habrán sido educados en la generosidad y en el valor de dar de una forma altruista para ayudar al prójimo, incluso es algo que debe gratificarles. Pues bien, en el actual sistema económico predominante uno de sus grandes defensores, miembro de la Escuela Austíaca, Hayek, declaraba sin ningún pudor en ésta entrevista que en éste sistema económico no cabía el altruismo. Algo preocupante.

En conclusión nos hallamos ante un sistema económico que se asentó en nuestras vidas sobretodo a partir de los años 70, que claramente no ha satisfecho las bondades que prometía, antes al contrario, ha generado más pobreza, más desigualdad, un mayor impacto hacia el medio ambiente, una pérdida de valores comunitarios y una creencia cuasi religiosa en los sentimientos egoístas como método de satisfacción de las necesidades individuales y, por lo tanto, un mejor funcionamiento colectivo de la sociedad gracias, ¡oh querídisimo y reverente sistema económico!, al neoliberalismo.

Si el neoliberalismo se contrapuso al comunismo (sobretodo y decisivamente desde la caída del muro de Berlín cuando dejó de ser un sistema económico en “competencia”) y a la socialdemocracia (que precisamente creía más en una economía de mercado con un carácter mas social) para mejorar la vida de los seres humanos y generarles un camino más realizable hacia la libertad, el neoliberalismo ha fracasado de forma estrepitosa.

Podemos hablar tranquilamente de una nueva teoría para un sistema económico que sobrevive cual “zombie”; la teoría del neoliberalismo utópico. Aquél que algunos acérrimos defienden en sus torres de marfil alejadas de la realidad pero que claramente ha fracasado por la vía de los hechos y de la evidencia empírica. Como dijo sabiamente Serge Latouche
“El que crea que un sistema económico basado en el crecimiento ilimitado es compatible con un planeta con unos recursos limitados o está loco o es economista”. ¿Seguirán defendiéndolo? En caso afirmativo ¿En base a qué argumentos?

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