¿Qué
más tiene que suceder para que sus defensores intelectuales dejen de
repetir dogmas económicos como si fueran verdades inmutables? ¿Hasta
cuando durará lo que Galbraith denominó la “sabiduría
convencional”? ¿Cuando se va a por fin reconocer que el actual
sistema económico genera un vaciamiento del poder político en favor
del capital y un aumento de la desigualdad? ¿Por qué una renta
proveniente del alquiler de un piso o de la venta de unas acciones
tiene un trato fiscal mucho más favorable que una renta proveniente
del trabajo?
En éstos
más que interesantes documentales se hace un repaso por la
historia de lo que a la postre ha sido una batalla por la economía
mundial, o más bien una batalla por la conquista del dogma económico
mundial imperante.
Desde el concepto de libertad de Locke, la
mano invisible de Adam Smith, pasando por Marx y sus teorías sobre
el capital y el trabajo para terminar con el S.XX y la “batalla”
entre Keynes y sus políticas económicas expansivas en tiempos de
recesión y Hayek, Mises y Friedman y su neoliberalismo basado
esencialmente en la desregulación de los mercados creyendo en su
eficiente asignación de recursos (como si el mercado fuera un mago)
y la reducción al máximo de los impuestos en aras a una cultura del
ahorro, eufemismo para justificar la acumulación ilimitada de
capital.
Siempre hay una moneda común en las teorías
neoliberales que la hace irresistible; la anhelada e irrenunciable
libertad. La cual a la postre se ha convertido en la libertad para
bajar salarios, para deslocalizar la producción, para pagar menos
impuestos, para vaciar de contenido los sindicatos, libertad para que
el capital pueda circular libremente por todo el mundo, libertad para
generarle una factura mayor al contibuyente de a pie. Esa es la
libertad que se ha acabado demostrando como cierta (en éste
artículo se expone de una manera muy didáctica). Básicamente en
que los dueños del capital, los verdaderos protagonistas en éste
sistema económico, tengan la libertad para hacer lo que les venga en
gana con su dinero. “Hay que generar un clima favorable a las
inversiones” Cría cuervos y te sacarán Tratados Transatlánticos
de Libre Comercio.
Las empresas privadas gestionan mejor que
el Estado es otro dogma. Ejemplos como Telefónica, Endesa, AENA, la
salud etc. a la vista de todos están. ¿De verdad a éstas alturas
de la película van a seguir defendiéndolo?
Un sistema
económico basado en la creencia de que los mercados se regulan
solos, en que el individuo es el único responsable de su destino, y
por lo tanto el Estado debe ser reducido a la mínima expresión
básicamente para mantener el orden público (la libertad en sentido
negativo de la que hablaba Locke) y hacer cumplir los contratos
privados. Una creencia cuasi mística en que las acciones
individuales son siempre racionales y se mantienen en equilibrio. Una
manera descarada de decir sutilmente que el Estado sólo debe existir
para algo muy específico y concreto que interesa a los dueños del
capital; su seguridad personal, la de sus bienes materiales y la
seguridad jurídica de que los contratos privados por él celebrados
van a ser cumplidos; una suerte de anarcocapitalismo. ¡Y esperan que
creamos que es un axioma!
Como si en el mercado de capitales
no se tuvieran que tener en cuenta la información disponible, como
si la igualdad de oportunidades quedara saldada con la adopción de
éste modelo económico, dando por sentado que el individuo nace sin
clase social y que es el único responsable de su destino, creyendo
que los impuestos son una restricción a la libertad y no sirven para
reducir la desigualdad.
¿Y cuales son los valores
fundamentales de los defensores de éste sistema económico?
Seguramente muchos de ustedes habrán sido educados en la generosidad
y en el valor de dar de una forma altruista para ayudar al prójimo,
incluso es algo que debe gratificarles. Pues bien, en el actual
sistema económico predominante uno de sus grandes defensores,
miembro de la Escuela Austíaca, Hayek,
declaraba sin ningún pudor en
ésta entrevista que en éste sistema económico no cabía el
altruismo. Algo preocupante.
En conclusión nos hallamos ante
un sistema económico que se asentó en nuestras vidas sobretodo a
partir de los años 70, que claramente no ha satisfecho las bondades
que prometía, antes al contrario, ha generado más pobreza, más
desigualdad, un mayor impacto hacia el medio ambiente, una pérdida
de valores comunitarios y una creencia cuasi religiosa en los
sentimientos egoístas como método de satisfacción de las
necesidades individuales y, por lo tanto, un mejor funcionamiento
colectivo de la sociedad gracias, ¡oh querídisimo y reverente
sistema económico!, al neoliberalismo.
Si el neoliberalismo
se contrapuso al comunismo (sobretodo y decisivamente desde la caída
del muro de Berlín cuando dejó de ser un sistema económico en
“competencia”) y a la socialdemocracia (que precisamente creía
más en una economía de mercado con un carácter mas social) para
mejorar la vida de los seres humanos y generarles un camino más
realizable hacia la libertad, el neoliberalismo ha fracasado de forma
estrepitosa.
Podemos hablar tranquilamente de una nueva teoría
para un sistema económico que sobrevive cual “zombie”; la teoría
del neoliberalismo utópico. Aquél que algunos acérrimos defienden
en sus torres de marfil alejadas de la realidad pero que claramente
ha fracasado por la vía de los hechos y de la evidencia empírica.
Como dijo sabiamente Serge Latouche “El
que crea que un sistema económico basado en el crecimiento ilimitado
es compatible con un planeta con unos recursos limitados o está loco
o es economista”. ¿Seguirán
defendiéndolo? En caso afirmativo ¿En base a qué argumentos?
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