dissabte, 1 de novembre del 2014

¿Donde debo llevar el ramo de flores?


Hoy es el día de Todos los Santos. Fecha señalada en la cual se rinde homenaje a los seres queridos que perecieron y pasaron a mejor vida yendo al lugar donde fueron enterrados a llevar flores y a orar por ellos. Es una tradición católica que ha sido traída hasta nuestros días y que sigue, en muchos casos, plenamente vigentes.

¿Y aquéllos que todavía no han podido dar sepultura digna a sus seres queridos? ¿Y aquellos que no saben a qué lugar tienen que llevar un ramo de flores para sus seres queridos en una fecha tan señalada para tal fin?

Es el caso de mi familia y la de muchas otras que todavía, con absoluta vergüenza y pasmo, debemos seguir luchando para que se investiguen las desapariciones forzadas durante la guerra civil española (1936-1939) y la posterior represión franquista (1939-1975) para que, de una vez por todas, puedan cerrarse esas heridas que llevan abiertas tanto tiempo.

¿Cuales son los elementos que todavía falta que se den para que, definitivamente, se pueda dar carpetazo con uno de los períodos más oscuros de la historia de España?

Justicia. No es admisible que todavía haya familias que no pueden desenterrar a sus seres queridos y saben dónde están. Muchos de ellos en el Valle de los Caídos sin la aquiescencia de los familiares. Saben dónde se hallan pero no pueden sacarlos por la vergonzante Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía (en lo sucesivo LA). Esa ley no debería llamarse así, convendría más hablar de 'amnesia', ya que se confunde el término amnistía (según la RAE 'Olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores') con el de amnesia ('Pérdida o debilidad notable de la memoria'). Que se pudiera llegar a acuerdos puntuales en un determinado y delicado momento tras la muerte del dictador no debería, ni mucho menos, impedir que se diera sepultura digna a aquellas personas que desaparecieron forzosamente durante la guerra y durante la dictadura. Sean del bando que sean.

Verdad.
España es un país que parece tener miedo a la memoria. Ello es comprensible si analizamos el período histórico comprendido entre la muerte del dictador y la aprobación de la Constitución. No se quiso romper con el pasado sino reformarlo. Aquellos que ejercieron cargos durante la dictadura se 'convirtieron' en demócratas de toda la vida. Los Martín-Villa, los Suárez, los Fraga. Quienes habían ejercido poder durante la dictadura eran los mismos que debían hacer la transición a la democracia. El resultado son artículos como el art. 2 de la LA:

“En todo caso están comprendidos en la amnistía:

e) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley.


f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.”

Ello constituye una clara invitación a la impunidad y a la inmunidad. Repito, se confunde amnistía con amnesia. Se mezcla el cerdo (extinguir la responsabilidad criminal) con la velocidad (hallar la verdad sobre lo que sucedió en las pérdidas forzadas de personas durante tan oscuro período).


Reparación. No podrá avanzar la Sociedad española (¿existe tal concepto?) si no se reparan éstas situaciones injustas. No puede, en pleno siglo XXI, deber irse a las Naciones Unidas para que emitan Resoluciones encaminadas a que se puedan investigar los crímenes y las desapariciones acaecidas durante el período entre 1936 y 1977 (año de las primeras elecciones 'democráticas' en España). Entiende la ONU que la LA no puede impedir que se investigue, recuerda al Estado español que el Derecho Internacional obliga a todos los Estados y que los Tribunales también son Estado. Hay un conflicto de leyes entre la legislación interna (LA) y las normas de derecho internacional público sobre desapariciones forzadas y crímenes de lesa humanidad que son los que la Jueza argentina Servini está invocando para proseguir con sus investigaciones.

Es de país de segunda o tercera línea en términos humanitarios que una persona como mi bisabuelo que desapareció el 16 de enero de 1939 y del cual no hemos tenido ninguna nueva noticia todavía siga siendo parte de la oscuridad de la historia de España. Es de una gravedad mayúscula que tantas y tantas familias no sepan donde llevar un simple ramo de flores a sus seres queridos por no saber donde se hallan. Y más triste, vergonzoso e inadmisible que el Estado, garante de los derechos y libertades de los ciudadanos, se niegue a investigar los crímenes y desapariciones invocando una Ley que más que de amnistía parece de amnesia.


Hay que tener un visión lo suficientemente holística como para determinar que éste asunto tiene mucho que ver con la falta de integración social en España. Las dos españas todavía coexisten y un humilde observador se da cuenta que el país no podrá avanzar, y de hecho corre el riesgo de desintegrarse, si no se da una respuesta satisfactoria ante éstas demandas. Sean del bando que sean.

Hay razones de humanidad que aconsejan que, seas del bando que seas, hayas hecho las fechorías que hayas hecho, se te pueda dar una sepultura digna. Los seres queridos tienen el derecho y las autoridades la obligación de ponerse a trabajar. Estamos en el Siglo XXI y los impedimentos técnicos y tecnológicos suenan a excusa barata.

No se trata de abrir viejas heridas, insistimos, se trata de cerrar las ya existentes para que puedan, de una vez por todas, cicatrizar.   

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